El pasado, un clavo ardiente,
y aun así ansiosa me aferro.
La piel fría, soledad,
y aun así sufrirla quiero.
Tu veneno, una adicción,
que no curan tus ausencias.
Otros labios, la prisión,
que tu sombra no presencia.
De tu fuego, sólo el humo
y en las sábanas un náufrago.
Huésped sediento de niebla,
son tus manos mi cadena.
Si hay un nombre para esto,
no merece la palabra.
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