Vibran nuestras manos,
entrelazadas por sinergia.
Entre ellas, siete pájaros
inhalan anestesia.
Dime quién cortará sus pieles,
cuando ya se hayan dormido.
¿Saldrá un tesoro de sus pechos,
o asomará un vicioso líquido?
Las mataste una a una
y se calló al alba el canto.
Sólo me acompaña la Luna
y ya nunca más despierto.
Tal vez vuelen otro día,
cuando suelte yo tu mano.
Mientras vivo sin vigilia,
a la sombra de tu insomnio.
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